10/12/2021

Hereford siempre a la vanguardia del desarrollo del mejoramiento genético

El vicepresidente de ARU y expresidente de la Sociedad Criadores de Hereford del Uruguay, Patricio Cortabarría, valoró el rol de estas instituciones en el desa-rrollo de la ganadería.

El Ing. Agr. Patricio Cortabarría, actual vicepresidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU) y expresidente de la Sociedad Criadores de Hereford del Uruguay (SCHU) nació en una cabaña Hereford. Es la cuarta generación de criadores. Su bisabuelo, Don José Alfonso, inició la actividad comprando sus primeros vientres de pedigrí en la década de 1930. Desde allí las siguientes generaciones continuaron en la actividad, con distintas razones sociales, en el caso de Cortabarría, hoy dirige la cabaña La Ceferina. En el marco de la celebración de los 75 años de la SCHU, el criador reflexionó que la institución ha tenido “un rol muy importante en esta ganadería”. “Cuando uno se va insertando en las diferentes instituciones, ya sea la SCHU o la ARU, va viendo los roles que han jugado esas instituciones en los diferentes momentos de la vida del país y de la producción. La SCHU ha tenido una fuerte impronta en el mejoramiento genético, con un trabajo muy destacado. Mi bisabuelo apare-ce en un acta como una de las personas que pide un servicio de asesoramiento técnico para los criadores de Hereford, y así surge el MH, en 1949”, señaló.

Después vinieron las pruebas de comportamiento, en La Estanzuela, en la década de 1960, con el registro de los datos de los reproductores. “Fui a la primera presentación de los EPD, acompañando a mi padre en 1994; vi publicarse muchos EPD nuevos; la Evaluación Pa-namericana; como presidente de Hereford me tocó estar en el momento en que se armó la prueba de eficiencia de conversión, en la Central  Kiyú; y posteriormente largamos el EPD de la eficiencia de conversión”, repasó. Cortabarría destacó que la SCHU, como institución, “ha estado siempre a la vanguardia del desarrollo del mejoramiento. Hay muchas cosas más para mencionar, como las primeras pruebas de siembra directa en Kiyú, los primeros remates por pantalla, las primeras inspec-ciones de los remates por pantalla realizadas por directivos de la SCHU. Esa es una semilla que nace en Hereford”. Y subrayó que “el producto generado fue lo que nos permi-tió abrir más de 100 mercados para la carne, tener una ganadería pastoril de altísima calidad y sanidad, con un rol muy dinamizador y de largo plazo”.

Evolución de las pruebas de Kiyú
El expresidente de la SCHU recordó que cuando se comenzó a realizar la pruebas de eficiencia de conversión de la Central Kiyú el enfoque era más clásico, de producir más kilos de peso vivo con la misma canti-dad de alimento, y así se constató que “hay genéticas que producen hasta 25% más que otras consumiendo lo mismo”.

Pero luego también se consideró el aspecto ambiental, que implica que “por cada kilo de producto vamos a tener una menor huella ambiental, un menor impacto. La población seguirá creciendo y se necesitará producir más, pero con menor impacto ambiental”, dijo Cortabarría. Recientemente llegaron a la Central Kiyú nuevos equipos para medir de forma más eficiente las emisiones de los animales que participan de la prueba. En ediciones anteriores ya se habían realizado mediciones con otra tecnología, que aportó datos que permitieron llegar a algunas conclusiones.  

Sustentabilidad ambiental
Cortabarría mencionó que en la reciente edición de la COP26 se vio el compromiso de los distintos estados con la huella ambiental, y en ese sentido, destacó que la SCHU ya cuenta con la herramienta para seleccionar los animales más eficientes, que generan menor impacto ambiental. Planteó que esto permitirá medir los gases que están emitiendo, para tener productos con menor huella ambiental. “Eso mejorará la calidad de nuestro producto, y probablemente la colocación y el precio”, sostuvo. Destacó que “Uruguay es un país carbono neutro, con pastizales naturales, con forestación. Tenemos un montón de valor agregado en ese sentido. Pero me imagino en un supermercado de algún país del mundo un buen corte de carne, donde diga que ese producto tuvo una emisión reducida y que el consumidor lo valore y pague más”. En ese sentido, remarcó que si “el producto se logra con me-nos cantidad de alimento se acortan los ciclos, se utilizan menos recursos, y esa es la reducción del impacto”. También destacó que “vimos animales con muy buena efi-ciencia y que no han tenido una correlación negativa con carcasas o con la calidad de carne. O sea, podemos tener animales bien sustentables, manteniendo una muy buena calidad de carcasa y de carne, y eso es realmente muy importante”.

Conferencia Mundial Hereford 2016
Cortabarría fue también el chairman de la Conferencia Mundial Hereford 2016, la segunda que se realizó en Uruguay. El país fue el anfitrión del primer congreso mundial de la raza, en el año 1980, que se llevó a cabo en el hotel San Rafael, en Punta del Este. Sobre la edición de 2016, el criador concluyó que “tuvo efectos”, porque “se valoró mucho el Hereford que vio el mundo en Uruguay, hubo compras de embriones, exportación de genética”. Valoró que “el mundo vio el buen Hereford que tiene Uruguay, adaptado a los pastizales naturales, y eso nos ha puesto en un lugar bien interesante, que tenemos que seguir trabajando y desarrollando, para seguir vendiendo genética”. Recordó que en aquel abril llovieron 500 milímetros, “fue un disparate, pero la gente le puso muchas ganas, mucho empeño, y los extranjeros lo disfrutaron mucho”.

Exportación de genética
En relación a la exportación de genética, Cortabarría señaló que “no es algo tan sencillo de lograr, por los protocolos sanitarios”. Pero planteó que “tenemos que salir a vender la genética y trabajar en derribar esas barreras, que desde mi punto de vista no son sanitarias sino paraarancelarias”. Instó a “trabajar para seguir mostrando nuestro producto al mundo”, e “ir a buscar esos mercados”. Enfatizó que “si es-tamos exportando ganado en pie perfectamente podemos estar exportando también genética en embriones, que en definitiva es multiplicar el valor que la cabaña viene multiplicando hace muchísimos años”. 

Que una cabaña exporte ge-nética significa que “su animal sigue acá, pero su genética se vende. Es vender inteligencia, valor agregado, trabajo, años de investigación y sacrificio en pos de una mejor genética. Exportar genética, para el Uruguay y los criadores, es un negocio muy interesante y no parecería tener techo”, concluyó.